Lunes, 18 de Marzo del 2024
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Murió el dramaturgo Gilberto Martínez Arango

Publicado el 03/01/17

Martínez nació en Medellín el 24 de marzo de 1934, fue médico-cirujano de la Universidad de Antioquia, especializado en cardiología en el Instituto Nacional de Cardiología de México. Se desempeñó como Secretario de Educación Municipal, así como profesor en las facultades de Arte y Medicina de la Universidad de Antioquia; fue reconocido en el país por ser el fundador de la Escuela Municipal de Teatro y de la Casa del Teatro de Medellín. Según indica la Casa del Teatro en su página web, el director inició sus trabajos como actor en el grupo de teatro “El Duende” y como director en el grupo “El Triángulo“. Más adelante viajó a México y a Estados Unidos donde realizó estudios de teatro en la Universidad Autónoma de México y de medicina en la Fellow American Heart Association de California. Varios premios nacionales e internacionales y autor de varias obras y ensayos teatrales hacen parte del repertorio de galardones que recibió el destacado director.

“Mi formación jesuita, en el colegio San Ignacio, ¡me mató!, le comentaba Gilberto Martínez a John Saldarriaga Londoño meses atrás en una entrevista para El Colombiano. Hablaba de su agnosticismo: “Con decirte que, en cierto momento, veía al diablo por todas partes. por tal motivo, me encerré por tres meses en mi pieza a leer obras de Kierkegaard y Sartres y otros existencialistas. Al salir, fui a decirles a los profesores que Cristo no existía”. Pasado un tiempo, Martínez se fue inclinando por Russell, y por el pensador inglés comprendió que las religiones parten del miedo, como el de su infancia que lo tuvo viendo al diablo por todas partes.

Años atrás, Martínez Arango recordaba en otra entrevista, esta con Cristóbal Peláez González para Vía pública, que lo primero que lo enfrentó con el teatro “fue cuando estaba en el colegio San Ignacio cursando el tercero de bachillerato. Nos pusieron como tarea analizar una obra de algún clásico. Escogí Los bandidos, de Schiller, por azar. Este fue mi primer trabajo analítico. Quedé encantado. Hasta ese momento nunca había visto en vivo una obra teatral, no sabía lo que era eso. Estaba apasionado por aquello que empecé a sentir leyendo a Schiller, por aquella temática tan fuerte, me llamó la atención el levantamiento campesino en Alemania. Esta primera motivación me puso a leer mucha novela, y sobre todo a leer a Oscar Wilde. Mi padre me regaló las obras completas pero el cura rector me las quitó con el pretexto de que Wilde era un señor ateo. Yo estaba muy impresionado con la pirotecnia verbal de Wilde”.



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