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Falleció el actor argentino Federico Luppi

Publicado el 20/10/17

Buenos Aires 20 OCT 2017 -El actor argentino Federico Luppi, de 81 años, ha muerto este viernes como consecuencia de las complicaciones de un coágulo que tenía en la cabeza desde abril, cuando tropezó y se dio un golpe en la cabeza con una mesa en su propia casa. El intérprete, recordado por sus papeles en películas como Tiempo de revancha (1981), El espinazo del diablo (2001) y El laberinto del fauno (2006), entre otras, había sido internado en la Fundación Favaloro este jueves, según confirmó su esposa, la actriz española Susana Hornos.

Hornos aseguró que el actor estaba “con los altibajos normales de estos cuadros” clínicos. Pero hasta abril se encontraba en plena actividad. En el momento del accidente doméstigo que finalmente le produjo la muerte, Luppi tenía previsto iniciar una gira con la obra de teatro Las últimas lunas, dirigida por su esposa, en la que reflexionaba de manera sencilla sobre la vejez.

Luppi ha sido sin duda uno de los actores argentinos de mayor trascendencia internacional, sólo comparable con Ricardo Darín o Héctor Alterio. Su tono áspero, su cabello cano de toda la vida y su avasalladora presencia en cámara lo convirtieron en favorito de directores como Adolfo Aristarain y Héctor Olivera, que lo consideraron la columna vertebral de películas que se organizaron alrededor de su figura.

Su efrentamiento con la dictadura que gobernó su país entre 1976 y 1983 llevó a Luppi a pasar largas temporadas de trabajo en España. En 2001, cuando la economía argentina estalló por los aires y cinco presidentes se sucedieron en menos de dos semanas, se instaló definitivamente en Madrid. Regresó a Buenos Aires con el kirchnerismo y por su compromiso político pasó los últimos años de su vida sumido en la “amargura”, como él mismo dijo. En una entrevista concedida en febrero, dijo que estaba “decepcionado, amargado, tristón y solitario” en Argentina, disconforme con las políticas de Mauricio Macri. Aseguró incluso que sus ingresos no eran suficientes para llegar a fin de mes.

Federico José Luppi Malacalza nació el 23 de febrero de 1936 en la localidad argentina de Ramallo, un poblado semirural a unos 200 kilómetros de Buenos Aires, en una familia de ascendencia italiana. Se inició en la actuación en 1965, en la película Pajarito Gómez, de Rodolfo Kuhn, y muy pronto alcanzó la consagración con El romance del Aniceto y la Francisca (1967), una joya del cine argentino del director Leonardo Favio.

A partir de allí su carrera nunca se detuvo. Participó en más de 100 películas y obras de teatro, la mayoría de ellas como protagonista. Muchos de los films se convirtieron en clásicos del cine en castellano: Un lugar en el mundo (1992), Martín Hache (1995), La Patagonia rebelde (1974) y No habrá más pena ni olvido (1983), ambas dirigidas por Olivera, y la emblemática Plata dulce (1982), de Fernando Ayala. En televisión también protagonizó series de ficción recordadas aún por los argentinos como exponentes de lo mejor del género: Alta comedia (1971-1972), Hombres de ley o Atreverse (1991).

El reconocimiento internacional a la carrera de Luppi llegó en 1993 de la mano del mexicano Guillermo del Toro, con Cronos. Más tarde, ambos compartieron pantalla en El espinazo del Diablo (2001) y El laberinto del fauno (2006).

Luppi estuvo casado entre los 23 y los 29 años y de ese primer matrimonio tiene dos hijos, Gustavo y Marcela. Su relación más recordada fue con la actriz Haydeé Padilla. En el año 2000, poco antes de irse a España, tuvo un romance ocasional con la actriz uruguaya Brenda Accinelli. La pareja tuvo un hijo que Luppi nunca conoció, al punto que el actor tuvo problemas legales . En 2003, Luppi se casó por segunda vez, esta vez con Susana Hornos.

Las últimas apariciones públicas de Luppi no fueron siempre motivadas por su carrera artística. A los problemas con Accinelli sumó en 2013 una amarga discusión pública con Padilla, quien contó en televisión que había sufrido violencia de género durante los 10 años que compartió con el actor. Luppi siempre negó las acusaciones. Y durante los meses previos a su accidente doméstico se concentró en criticar al actual gobierno en un tono duro. “En todos los discursos que leo, sigo, hay de todo menos palabras que tengan que ver con una cierta inclinación solidaria para con la gente. Pero vergüenza, cinismo, depredación, caradurismo, perversión e impunidad. Hay una finalidad para que, naturalmente se hagan grandes negocios”, dijo.

Luppi fue un actor de pura raza, un clásico argentino que será difícil de olvidar para generaciones que crecieron con su figura en la pantalla. Él mismo inistió en varias ocasiones que nunca pensó en retirarse. Y cumplió con su palabra. Su última pelícua fue Nieve Negra , con Darín y Leonardo Sbaraglia, estrenada en enero de este año.

En 2012, Luppi dio una entrevista a Encadenados, una revista para cinéfilos. Tenía entonces 75 años y el periodista le pidió un balance profesional que el actor convirtió en una reflexión sobre su vida. “Hice cosas buenas, cosas regulares, cosas malas, meteduras de pata, ¡qué sé yo! Lo que se hizo se hizo como se pudo y no hay más responsables que uno mismo”, dijo. Y pidió para sí una muerte casi mágica: “Me gustaría descender lentamente por el lado oscuro de la luna, pero con dignidad”.

Luppi tendrá, sin duda, ese partida digna. Cuando se accidentó acababa de terminar el rodaje de Necronomicón: el libro del infierno, una película de Marcelo Schapces, basada en el universo del escritor H.P. Lovecraft. Su despedida definitiva será en una pantalla.



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