Lunes, 12 de Mayo del 2025
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El drama del héroe campeón con Millonarios

Publicado el 18/12/12

Delgado, héroe del título de Millos, narra su esfuerzo al enfrentar el cáncer de su esposa.

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Cuando le detuve el penalti a Andrés Correa, del Medellín, supe que éramos los campeones del fútbol colombiano, que Millonarios y toda su hermosa hinchada ya tenían la tan esperada estrella 14.

Atajé el tiro, decía, me paré, caminé detrás del arco, apreté los puños y celebré con gritos y alguien me abrazó muy fuerte. Estaba feliz, se lo juró. Y mi primer pensamiento fue para Tatiana, mi esposa; y para Franco y Matías, mis hijos. Mi familia es el verdadero motor de mi vida.
Les cuento que sólo después de la celebración en el campo de El Campín con mis compañeros, de la entrega del trofeo de campeón, de dar la vuelta olímpica alentado por los seguidores, pude abrazarlos

Fue cuando entramos al camerino. Lo primero que hice fue buscarlos. Ya había llorado un poco cuando algunos periodistas me preguntaron a quién le dedicaba el título…

Cuando vi a mi esposa y a los niños no pude contener la emoción, pues el sacrificio que este año hemos hecho los cuatro ha sido gigante.
El cáncer, dura prueba
Los últimos dos meses para nosotros no han sido fáciles. Desde la serie de cuartos de final de la Copa Suramericana, contra Gremio de Portoalegre (Brasil), estuve concentrado con el equipo y no pude estar en mi casacon mi familia, en especial con Tatiana, a quien no pude acompañar al médico por la enfermedad que sufre: a ella le diagnosticaron, este año, un cáncer de seno.

La dedicatoria del título y de mi actuación en esa final con el Medellín tiene nombre propio: Tatiana. Nunca lo he dudado. Quería darle a ella una alegría, pues ha sido mi gran apoyo. Créanme que no ha sido fácil dejarla sola por mi trabajo, pero de esta forma, recordándola y hablando de ella en este escrito, por ejemplo, le quiero demostrar el amor que le tengo.

Hoy sé que han sido fundamentales mi mamá, María, y mi suegra, Deisy: ellas han sido la gran compañía de mi esposa durante estos meses de ausencia. Un ausencia que se justifica en que yo quería ganar el título porque mi esposa me había dicho que eso sería su gran felicidad.

Luché por ser campeón para subirle el ánimo, para que no se desanimara. Mi esfuerzo, mi sacrificio, ese penalti atajado, el ser considerado por todos como el héroe del título de Millonarios es una forma de decirle a Tatiana que, a pesar de esta circunstancia que nos ha tocado enfrentar, hay que seguir para adelante.

Sé, porque me lo ha dicho, que soy el bastión de la familia, su gran apoyo: siempre me dice que con lo que hago en la cancha le digo que hay que luchar todos los días por la vida.

La gente se sorprendió cuando me vio la cabeza rapada. Eso fue el 14 de octubre pasado, precisamente en el estadio Atanasio Girardot y frente al Medellín… ¡Qué coincidencia! Ese día empatamos 1-1.

Lo hice porque Tatiana decidió raparse, pues tarde o temprano se le caería el pelo por el tratamiento contra el cáncer. Franco, mi hijo mayor, que tiene 12 años, sabe lo que pasa, pero Matías, que tiene 3, no.

Cuando Tatiana dijo que se iba a quitar su pelo, Franco se puso muy bravo: fue cuando se me ocurrió la idea de que si la mamá se había ‘calviado’, pues nosotros también lo íbamos a hacer. Y lo hicimos.
Aferrados a la fe
Soy católico, creo en Dios. No soy tan practicante como otras personas, pero voy a misa cuando puedo. Eso ha sido muy importante en nuestra familia. Nos hemos aferrado a la fe, a Dios, para que nos ayude en estos instantes. Eso nos ha ayudado demasiado. Nosotros tenemos confianza en que saldremos bien, muy bien de todo esto. Y como ya lo dije, como lo repetí cuando terminó la final del domingo pasado, siempre recuerdo a Tatiana y a los miles de mujeres que tienen esta enfermedad.

No es fácil asimilar todo. Conocer una noticia que a uno lo impacta y enfrentar la enfermedad es complicado. Hay que tener mucho valor. Valor de verdad. Pararse frente al balón para patear el penalti frente al Medellín en la final, por ejemplo, es distinto, aunque también se necesitan serenidad, cabeza fría y nervios de acero. La valentía de Tatiana es distinta: se trata de la vida.

Mi esposa y mis hijos, ellos tres, siempre están en mi mente, en mis pensamientos. Cada vez que entro a la cancha a jugar pienso en mi hogar, quiero dar lo mejor de mí, no regalar nada y siempre salir con una sonrisa, con la alegría de saber que aporté lo necesario para que Tatiana también sienta una alegría y vea que se obtiene lo que uno quiere, por lo que se lucha.

La fuerza divina está con nosotros, y eso se vio durante el torneo. Me ‘reestreno’ de titular luego de la lesión de Nelson Ramos, en España, en el 8-0 con el Real Madrid, y la gente creyó que el mundo se nos venía encima, que no íbamos a luchar por nada y que se aplazaría la estrella 14. No fue así, por fortuna.

Por lo general oramos en las mañanas, al final del día y con los niños cuando no se acuestan temprano. Siempre nos encomendamos a Dios para que nos proteja y nos llene de fortaleza; para que en nuestro hogar siempre esté Él y exista salud para mi esposa y para todas las personas que pasan por esta enfermedad.

Igualmente, en el fútbol también hay riesgos: el de una lesión, el de estar montado en los aviones. Hay que darle gracias a Dios por la vida que nos da cada día…

Sí: muchas veces nos quejamos por circunstancias que nos perturban en el día a día, pero no nos damos cuenta de que hay cosas peores, de que hay enfermedades que de verdad ponen a sufrir y a pensar a una familia y nos hacen recapacitar.

Uno se la pasa pendiente de cosas que, de verdad, no son problemas y tenemos que superarlas; mientras hay otras que sí lo son: es cuando tenemos que reunir la fortaleza para salir adelante.



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