Sábado, 3 de Mayo del 2025
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Así se mueve hoy la venta de drogas en Bogotá

Publicado el 31/01/15

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Como cualquier otro negocio, la venta de droga al menudeo ha ido sufriendo una metamorfosis que hasta hace cinco años era imposible siquiera imaginar.

Buena parte de lo que está pasando y el nuevo mapa que se está creando alrededor del expendio y el consumo en la ciudad tienen que ver principalmente, según las autoridades, con tres factores: los nuevos consumidores, las modalidades para esconder la droga y las alternativas para venderla sin dejar rastro.

Si bien muchas de las personas que hace una década consumían cualquier tipo de sustancia –en Bogotá, la marihuana sigue liderando– pueden seguirlo haciendo, para esta época los niños y adolescentes se han convertido en los más vulnerables.

Basta con acercarse al ‘Bronx’, uno de los sectores del centro de la ciudad donde se mantiene un elevado consumo de alucinógenos, no obstante las intervenciones que se hicieron, para ver a niños deambulando por las calles con una pipa de bazuco en la mano.

Eso, sin contar con los jíbaros ubicados frente a los colegios esperando a que salgan los estudiantes para convertirlos en dependientes. Todo con dosis gratis.

De acuerdo con los resultados preliminares de un estudio que está elaborando el Centro de Estudio y Análisis en Convivencia y Seguridad (CEACSC), en la búsqueda de clientes, “los jíbaros cada vez buscan más adolescentes para engancharlos. A menor edad, mayor probabilidad de adicción”.

También pesa la forma como la venden. De las casas que eran el principal centro de acopio han pasado a la venta en las calles. En cuentas de la Policía, mientras que en el 2011 se encontraron con que en la ciudad había por lo menos 453 expendios, en el 2013, cuando se hizo un nuevo diagnóstico, solo se detectaron 218. ¿Por qué?

Para investigadores de la Sijín de la Policía Metropolitana de Bogotá que tienen a su cargo los casos relacionados con microtráfico, a raíz de los golpes en contra de grandes estructuras que manejan el negocio, las organizaciones han decidido cambiar el modelo. Han convertido la venta de estupefacientes en algo móvil, que debe funcionar conforme a las necesidades de los clientes.

Venden las drogas a domicilio y han optado por esconderlas entre bolsas de basura. Si deben dejarlas en las alcantarillas, también lo hacen para no generar sospechas.

Para Juan Carlos Ruiz Vásquez, experto en seguridad y profesor de la Universidad del Rosario, que haya menos expendios es el resultado de las políticas para acabar las llamadas ‘ollas’. “Estos planes generan un fenómeno de atomización porque se esparce a otras zonas; tienen que buscar nuevos mercados”, explicó.

Y los hechos lo demuestran. Los jíbaros no cargan grandes cantidades de drogas para evitar que la Policía los capture. Actualmente prefieren hacer uso de un nuevo lenguaje, que es propio de cada una de las organizaciones. Entre compinches se piden más dosis simulando préstamos de dinero, entrega de productos o de ropa. “Présteme 100.000; yo después se los pago”, dijo en una conversación un jíbaro para que le fueran entregadas las dosis de bazuco.

Un negocio familiar

De acuerdo con los reportes de la Policía, las localidades de la ciudad donde se mueve en mayor cantidad la droga son Kennedy, Bosa, Suba, Santa Fe y Los Mártires, donde se concentrará el plan de seguridad para 2015.

Y ahora, según la Policía, las organizaciones se han convertido en negocios familiares. Para el CEACSC, las consecuencias de ello son “nuevos habitantes de calle barriales, conflictos vecinales y violencia entre jóvenes consumidores y distribuidores”.

Bazuco, en el segundo lugar

El orden de las drogas que se consumen en la ciudad no ha variado significativamente. De acuerdo con la Policía, la marihuana sigue siendo la droga que más se comercializa, seguida por el bazuco, la cocaína, la base de coca y las drogas sintéticas.

Aunque es más costosa, la llamada cocaína rosada se ha empezado a enquistar en la ciudad, pese a que hace algunos años solo se encontraba en los departamentos de Antioquia y Valle, donde surgió.

En cuentas de la Policía, una sola dosis de este alucinógeno puede llegar a costar 150.000 pesos.

Así mismo, el propio general Humberto Guatibonza lanzó una alerta sobre la aparición de drogas combinadas entre ellas o con licor.

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