Domingo, 11 de Mayo del 2025
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‘Los magistrados se dejan enredar en las tentaciones del poder’

Publicado el 09/02/15

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Usted lleva callado desde que salió del Ministerio de Justicia. ¿Por qué romper su silencio en esta entrevista?

Quise reservarme algunas opiniones que en su momento hubieran podido malinterpretarse. Después de estos seis meses sabáticos me siento en libertad y retomaré mi columna en este periódico, contando con la venia del director.

Le voy a pedir que estrene su libertad. ¿Sí sirve el Ministerio de Justicia y del Derecho? No tiene nada que ver con los jueces, pero si se vuela un preso le echan la culpa…

Sí. El Ministro de Justicia es para la administración lo que el Ministro de Defensa civil es para las Fuerzas Militares. Es decir, el puente político para que así como los militares no tengan que meterse en las controversias políticas, los magistrados y funcionarios judiciales tampoco. Pero es cierto que hoy si un juez o un magistrado deja en libertad sin motivos a la ‘Quica’, el ‘Mugre’, a ‘Icopor’ o a cualquiera de esos individuos, el que tiene que responder es el Ministro de Justicia.

Incluso el tema del paro judicial desgasta al Ministro, aunque las reivindicaciones son fundamentalmente salariales, luego dependen más del Ministerio de Hacienda y del propio Consejo de la Judicatura. No se necesita un ministro de Justicia para ser el director del Inpec. Es más, deberían quitarle esa función y crear una policía de prisiones o un departamento administrativo de la Presidencia dedicado exclusivamente a eso, para que el ministro se dedique a fijar la política criminal y a servir de interlocutor político de la justicia.

Para eso, debería tener más injerencia en la administración de los recursos de la Rama Judicial, un mayor peso específico dentro del gabinete frente al Ministerio de Hacienda. Eso quedó planteado en el proyecto de reforma que dejé, que también contemplaba la eliminación de todas las funciones electorales de las altas cortes, e incluso el establecimiento de períodos amplios.

¿Estar cambiando a los presidentes de las cortes cada año no colabora con su politización? Los obliga a estar haciendo campaña y clientelismo.

Cierto. Eso se ha vuelto una lucha política, como en cualquier Asamblea departamental. Y luego el elegido dura seis meses recibiendo homenajes y, al final, otros seis meses despidiéndose. Y no solo se la pasan en homenajes. Los magistrados viajan mucho, van mucho a cocteles, asisten a mucho foro, opinan mucho, hablan mucho y se dejan enredar en las tentaciones del poder… Y terminan hasta pidiéndoles favores burocráticos al Presidente, al Congreso o reunidos con los congresistas para diseñar reformas constitucionales como la última que se cayó.

¿Está usted o no de acuerdo con que los autores de delitos de lesa humanidad no paguen ni un día de cárcel?

El principal problema de este país no es la guerrilla. Solo un 5 por ciento de la delincuencia, según estadísticas de la Policía, es atribuible al conflicto, aunque llegó la hora de resolverlo, porque es el principal pretexto para que no se hagan las cosas que deberíamos estar haciendo, como justicia social, desarrollo agrícola integral, combatir los desequilibrios sociales y combatir la corrupción, acceso a la educación gratuita como uno de los canales de ascenso social, y diseño de un Estado fuerte y eficiente.

Este proceso de paz es el más estudiado y el más exitoso de cuantos ha habido en nuestra historia reciente. Por primera vez, el presidente Santos está incorporando a las Fuerzas Militares y de Policía al proceso, lo cual no lograron ni Betancur, ni Barco ni Gaviria. Por eso creo que estamos ad portas de un proceso que puede funcionar, porque se ha aprendido de los errores pero también de los aciertos del pasado, que hubo cuando Betancur, con su teoría de las causas objetivas y subjetivas del conflicto, que logró incluso una tregua bilateral de un año con las Farc, hasta que se hizo añicos con el Palacio de Justicia; los hubo con Barco, quien fue el que realmente incorporó al M-19 a la vida civil con la Constitución del 86, sin necesidad de la Constituyente que vino después. Hay también que resaltar lo que hizo Andrés Pastrana en el Caguán, porque allá logró dos cosas: mantener viva la idea de la negociación política para resolver el conflicto y simultáneamente fortalecer a las Fuerzas Militares; eso hay que reconocérselo.

Y también hay que agradecerle a Álvaro Uribe en la medida en que logró, si no acabar, disminuir sustancialmente la capacidad militar de las Farc. Eso ha ayudado a que el Presidente pueda adelantar su proceso en La Habana de manera confiable.

No me ha respondido la pregunta.

¡Pero como son de impacientes los periodistas! Sin contextualizar no se puede. Le respondo: aquí siempre hemos tenido justicia transicional, eso tampoco es tan nuevo. Las leyes de amnistía e indulto, todas las que hemos tenido en los siglos XIX y XX, ¿qué son? Pero la situación de hoy es distinta a la que hubo en procesos anteriores, por el tema de la Corte Penal Internacional. No creo que pueda hoy pensarse en que procesos como los que adelantaron Alberto Lleras, el propio Betancur, Barco o Gaviria se pudieran hacer con leyes de amnistía e indulto generales, sin condicionamientos. El mundo cambió; hoy no habría ninguna posibilidad de poder hacer un proceso como el del M-19 (donde no hubo nada de eso) sin algo de justicia, toda la verdad y toda la reparación. El éxito de este proceso es tener tal cantidad de legitimidad, de representatividad, de aceptación por parte del pueblo colombiano, como para que ni los contradictores internos ni los críticos externos puedan desbaratarlo. Obviamente, cualquier solución de justicia transicional tiene que comprender a los militares y policías que cometieron delitos por causa o con ocasión del conflicto.

Esta semana el Partido Liberal dejó en claro que se le va a atravesar a la candidatura de Vargas Lleras…

Este país entró por el despeñadero de la falta de partidos. Colombia necesita partidos políticos de verdad, entendiendo por ello organizaciones con ideas, con programas, con concepciones sobre la sociedad, sobre el papel y el tamaño del Estado y sobre el alcance de las libertades públicas. Hoy lo que tenemos son fábricas de avales. ¿Y por qué eso da poder? Porque son quienes le van a poder decir a la gente si pueden ser congresistas, senadores, gobernadores o alcaldes. Vargas Lleras podría llegar a ser candidato del liberalismo, si retoma el camino que abandonó cuando descartó a Serpa para apoyar a Álvaro Uribe en el 2002.

Lo oigo muy beligerante. ¿Está pensando en volver a la arena política?

No, estoy opinando. No lo descarto, aunque no está en mis planes inmediatos. Ahora que está de moda el transfuguismo, no sé si me haga daño que haya sido liberal toda mi vida, desde los 17 años. Pero no puedo dejar de pensar que podría llegar a representar a sectores importantes de eso que yo llamo ‘la izquierda liberal’.

Inevitablemente le tengo que hablar del Fiscal General. Han venido arreciando las críticas en torno a que ha desfigurado su función, entrometiéndose en política, en nombramientos de todo tipo y hasta en el proceso de paz. ¿Comparte esas críticas?

Al margen de la persona, pienso que en Colombia ha habido una especie de desinstitucionalización, en la medida en que la gente no hace lo que tiene que hacer. Creo que la función de un fiscal, como la del Procurador y el Contralor, es mostrar a la sociedad resultados en materia de investigaciones penales, disciplinarias o fiscales; todos ellos deberían ser noticia por sus decisiones y no por sus opiniones.

¿Entonces a qué debería estar dedicada la Fiscalía?

A la función que le asigna la Constitución de acusar ante los jueces a los responsables de la comisión de delitos. Es decir, cada loro en su estaca.

Cuando usted estaba de Ministro de Justicia, el Fiscal abría la boca y le pegaba una ‘taqueada’. El hecho es que él sigue de Fiscal y usted ya no está de Ministro. ¿Algún sentimiento sobre eso?

Llego al Ministerio de Justicia sin estarlo pidiendo, porque el Presidente quiere que le ayude a diseñar lo que llamamos en ese momento ‘el traje jurídico para la paz’. Obviamente en un régimen presidencial, el fuero del Presidente no se cuestiona, y uno es Ministro hasta que él quiera. ¿Por qué no quise responder a todas esas salidas de tono de carácter personal? Porque no quería entrar en ese debate, ni lo voy a hacer nunca. Simplemente digo que sí me pareció un poco fuera de tono que un fiscal estuviera tratando de interferir en el fuero presidencial. Eso no había pasado nunca en Colombia, un fiscal opinando sobre si un ministro debía seguir o no en el cargo. Como antecedente, no es bueno.

¿Cree que el Presidente se dejó influir del Fiscal?

Yo creería que no, pero dijéramos que para mí estar o no en el Ministerio depende de razones puramente políticas; entiendo las que pudo tener el presidente Santos, que no entro a cuestionar. Pero no es función ni de un magistrado, ni de un fiscal ni de un procurador estar emitiendo opiniones sobre los miembros del gabinete, ni estar influyendo en la designación de magistrados, ni de funcionarios del Congreso, ni de candidatos para las altas cortes, ni de otros funcionarios como el secretario ejecutivo de la Confederación de Gobernadores.

¿Todo eso está haciendo el Fiscal?

Eso es lo que dicen por ahí. Mire, yo le aprendí a López que nunca debe alguien ejercer una función pública pensando en que eso le puede servir de trampolín para la Presidencia de la República. El panorama hoy de la justicia penal es desastroso: investigaciones que comienzan y nunca terminan, procesos en la etapa del juicio que duran tres y cuatro años, investigaciones que fluyen y otras que no, y eso solamente pensando en los casos a los que los medios les hacen seguimiento.

Tuve una discrepancia con el Presidente y quedó consignada, en el sentido de que la Fiscalía no debería ser ese monstruo burocrático que es hoy con más cargos, con más plata, hasta con embajadores en el mundo. Lo único que debería tener es más investigadores. Si una persona hace bien su trabajo y solo su trabajo, el país lo premia sin necesidad de que esté pidiendo ser noticia todos los días. Lo que no se puede es ser noticia simplemente por las opiniones que da en materia del proceso de paz, o por los anuncios de decisiones que no ha tomado y eventualmente tomaría, o por las filtraciones que haga a los medios (porque no hay filtración desinteresada) o por las exhibiciones de sus conocimientos sobre filosofía griega.

¿Es bueno que el Fiscal actúe como director técnico del proceso de paz?

Para que este proceso de paz sea exitoso, requiere que el Presidente sea su único rector. Lo mismo que en las corridas de toros, donde hay que dejar que el torero pueda concentrarse en la faena. Pero si les agregamos a los borrachitos que se tiran a la arena, a los banderilleros, hasta a los mozos de espada que se meten a ayudar en la faena, pues terminan distrayendo al toro y dificultándole la faena al torero.

EL TIEMPO



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