A orillas del mar pacífico se encuentra un territorio inexplorado, corredor de ballenas, de anidación de tortugas y aves marinas y rodeado por mar, ríos y manglares. Ese es Nuquí, un pueblito de 8.000 habitantes, 26 grados centígrados y donde llueve casi todos los días.
En este pueblo diminuto donde hay una sola escuela, una iglesia, una estación de policía, una cancha de fútbol, un aeropuerto y una sola calle pavimentada no hay donde botar las basuras. Al no contar con un relleno sanitario, los desechos son enterrados en las playas y cuando hay crecientes o tormentas el mar saca esa basura contaminando el ecosistema marino.
Volquetas cargadas hasta con tres toneladas de basura arrojan sus cargas en la arena hasta dos veces por semana. En el mismo lugar por donde pasean las tortugas quedan los desechos, desde alimentos en descomposición hasta bolsas plásticas y pañales.
Hace poco, Codechocó, la autoridad ambiental del departamento, abrió un proceso contra este municipio, que es el encargado del manejo de los residuos sólidos, porque la corporación argumenta que la empresa de aseo pone en grave riesgo ambiental estas áreas protegidas.
“Dimos la alerta porque hemos generado los informes técnicos donde se muestra el mal manejo de las basuras en el municipio de Nuquí. Hay un problema de fondo y es que hay una inadecuada disposición pues los desechos se están tirando a la playa. Producto de esto surgió el proceso legal. Notificamos a la empresa de aseo y a la Alcaldía de Nuquí”, afirmó Tadeo Murillo, coordinador de Cocechocó sede Pacífico.
Elizabeth Carvajal, docente de Geociencias de la Universidad Nacional y experta en manejo de residuos sólidos, asegura que normativamente está prohibido disponer de los residuos en humedales, pantanos, fuentes hídricas o en cualquier medio que vaya a causar algún efecto directo sobre el recurso natural.
“En este caso, la disposición de residuos que están haciendo en Nuquí está afectando de una u otra manera el ecosistema acuático. Aunque ellos entierran en la playa, los niveles freáticos (agua bajo tierra) en el pacífico y cuando sube la marea, estos residuos van a entrar en contacto con el agua de mar y van a generar problemas de contaminación ambiental”, comentó Carvajal.
Según el Plan de Desarrollo de Nuquí, la prestación del servicio de aseo está a cargo de la administración municipal, con una frecuencia de recolección de dos veces por semana (martes y viernes) mediante la utilización de volquetas y tractores agrícolas, a un número de 608 viviendas.
“En el municipio de Nuquí no tenemos relleno sanitario. Los desechos sólidos se están echando a cielo abierto, más o menos 30 o 4 metros de la orilla del mar. Son unos terrenos que el mar ha dado después de las palmeras, más o menos a 3 kilómetros de Nuquí. La volqueta se lleva allá, se abre el hueco con una retroexcavadora que se compró. Antes era muy difícil porque era a punta de pala, y ahora con más profundidad se echa la basura, se rompen las bolsas, se riegan, se le echa una capa de tierra y queda listo. Después se abre otro hueco y así sucesivamente”, relató el alcalde de Nuquí, Edwar Sucre Murillo.
Según Codechocó, la celda donde se arroja esta basura queda ubicada en la vía Nuquí- Tribugá, a 15 minutos del casco urbano. “Desde finales del año pasado comenzamos a generar informes de esa situación con registros fotográficos. Ya se cerró ese lugar y no pueden proceder más de esa forma. Ellos enterraban la basura en la playa, pero el mar es muy honesto y esa basura la marea la desentierra y la riega”, explicó Murillo.
El problema es mayor, cuando una zona declarada área marina protegida termina llena de basura porque no hay vías por dónde sacarla. Nuquí no tiene vía de acceso terrestre, ni vías terciarias, ni secundarias. Las únicas formas de llegar a este municipio inexplorado es por aire desde Quibdó, Medellín o Manizales, o por mar desde Buenaventura.
“Nosotros estamos rodeados por mar y río. Entre el mar y el río hay no más de 300 metros y está todo construido. Y si nos vamos para la playa, a 100 metros de donde termina la ola ya es manglar y por detrás río. Somos casi un islote. Hay mar, río, manglar, humedales y pantanos con una profundidad de hasta 40 y 50 centímetros. El Ministerio de Medio Ambiente vino y vio como era todo en Nuquí, Pizarro y en Juradó y es muy difícil hacer un relleno sanitario”, comenta el alcalde Sucre Murillo.
Según él, después de muchos trabajos e investigaciones se ubicó un terreno apto para la construcción de este relleno, pero queda a 7 kilómetros del aeropuerto. “No llena los requisitos porque debería estar a 10 kilómetros. Y segundo no hay carretera para llegar allá, es un terreno de mangual, muy húmedo. Para construir el aeropuerto fue todo un trabajo, porque hubo que limpiar todo eso, imagínese ahora una carretera de casi 7 kilómetros en una zona de trocha con mangual. Puede valer por lo menos 20.000 millones. Y el presupuesto de este municipio es de 6.200 millones y más de 3.000 son del régimen subsidiado de salud”, revela el funcionario.
Sucre Murillo casi con las manos atadas comenta que hubo una época en la que creyeron que el relleno sanitario era posible. “Nosotros pensamos que con la construcción de la carretera desde Nuquí- Cupirijo de 18 kilómetros, podríamos aprovechar y sacar una herradura al relleno sanitario para así sacar la basura”, pero esta vía nunca se concretó.
“Es que no tenemos por dónde. Mientras el Gobierno no nos haga la carretera o nos colabore para llegar al relleno no vamos a poder, y se sabe que Nuquí fue declarado como zona protegida y es muy turística. Pero de las tres prioridades que teníamos aquí: la energía, acueducto y basuras. La única que pude sacar adelante fue la energía para tenerla las 24 horas”, agrega el funcionario.
Y es que Nuquí es el reflejo vivo de las necesidades y abandono a las que ha estado expuesto todo el departamento del Chocó por décadas, un departamento que siempre ha sido el patio trasero de Colombia. Nuquí, paraíso ecosistémico, turístico y ahora reserva marina, es también un gran nicho de problemas. Un pueblo sin vías, acueducto, relleno sanitario, cosas de las que no se habla en las guías turísticas.
Pese al empeño con el que trabajan los habitantes de este municipio para superar esta problemática, piden más atención del Gobierno. “Desde Codechocó, con técnicos en la zona, venimos trabajando con la población para mejorar esta situación. Ya están asegurados unos recursos para trabajar en dos vías: en la reutilización y reciclaje de algunos residuos. Se está construyendo una máquina para hacer triturado de plástico y reducir un poco el volumen de basura y hacer un trabajo de compostaje con un grupo de mujeres que ya tienen una organización”, afirma Tadeo Murillo.
Para la experta Elizabeth Carvajal tiene sentido la multa pero también resalta que Codechocó debe garantizar un acompañamiento para buscar otras alternativas y el municipio gestionar ante otras instancias los recursos necesarios para poder adecuar las vías y tener lo necesario para que haya un sitio de disposición final.
Según el alcalde todo esto se ha venido trabajando con el Ministerio de Medio Ambiente, con el Plan Departamental de Aguas de Chocó, Codechocó y las universidades, para saber cuáles son los pasos a seguir y tomar los correctivos para mitigar esta situación.
“Estamos trabajando con una fundación extranjera para obtener una máquina para imprimir las botellas. La Alcaldía va a firmar el convenio y se recogerán las botellas de plástico en los ocho corregimientos mensualmente para traerlos a una bodega, donde se imprime y luego se vende este plástico reciclado en el mercado de Buenaventura donde se lleva en barco”, asegura Sucre Murillo.
Carvajal afirma que hay muchas opciones tecnológicas como la incineración de la basura, la pirolisis que es básicamente la descomposición química de estos residuos, las biopilas, el sistema de compostaje, la lombricultura, para evitar que se entierren, pero asegura que si estas no se han podido implementar en ciudades con avances tecnológicos ahora sería mucho más difícil aplicarlas en un municipio con toda esta cantidad de dificultades. Otra es la vía marítima pero según Carvajal es muy costosa. “Sería una condición ideal, pero el costo económico y el riesgo que se corre con ese tipo de transporte es altísimo”, afirmó.
Mientras tanto, el problema en Nuquí sigue igual como en los últimos 40 años, toneladas y toneladas de basura son cada semana enterradas en la playa. Pues según cálculos de Carvajal una persona en Nuquí puede producir 0,6 kilos diarios de desechos, unas 4,8 toneladas diarias para un pueblo de 8.000 habitantes, de los cuales el 60% son residuos orgánicos, es decir entre 2,5 y 3 toneladas.
“La situación sigue y seguirá igual pues hace más de 30 o 40 años hacemos lo mismo. Ahora se están tapando los huecos con tierra para evitar que cuando llueva se salgan las bolsas. Pero lo que nos preocupa es el material biodegradable, porque llegará el momento donde no habrá donde echarlos. El otro problema será cuando el mar le dé por llevarse toda esa celda, quien sabe cuándo con todos esos pañales y bolsas negras”, concluyó el alcalde Sucre Murillo.
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