Esta es una de las preguntas más frecuentes que se hacen los dueños de vehículos particulares en Bogotá, quienes tienen que asumir los costos de reparaciones de rines, llantas, amortiguadores y suspensiones ocasionados por los huecos que a diario ‘florecen’ por las calles de la capital.
No hay vía que se escape. La avenida carrera 68, además de parecerse a una montaña rusa con sus peligrosas ondulaciones, está ‘adornada’ con huecos que exigen destreza para evitar caer en ellos u ocasionar un accidente.
La Séptima entre El Codito y la 140 (en sentido norte-sur) está destruida, y otras como la Avenida de las Américas o la Calle 134 no se quedan atrás. Y si esto ocurre en las principales, ni hablar de lo que en la administración llaman la ‘malla vial local’ que, además, soporta el tráfico de buses alimentadores y del SITP.
Por eso, la pregunta sobre qué pasó con la máquina ‘tapahuecos’ es muy pertinente. Y la sabiduría popular y el sentido común se imponen en situaciones como estas y se reflejan en una sabia frase del líder chino Den Xiaoping. “No importa que el gato sea blanco o sea negro. Mientras cace ratones, es un buen gato”.
Esto en razón a que ni en la Unidad de Mantenimiento Vial (UMV), que en la pasada administración contrató las cuatro máquinas de la compañía Green Patcher Colombia S.A.S., ni en ninguna otra dependencia del Distrito, quieren hablar del asunto.
indagó con la UMV sobre las posibilidades de volver a contratar las máquinas, pero allí nadie quiere ni siquiera mencionar el tema.