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Trump amenaza al destituido director del FBI para que no hable

Publicado el 12/05/17

27 de enero de 2017. Cena privada en la Casa Blanca. Donald Trump no se anduvo con titubeos. Encaró al director del FBI, James Comey y le preguntó si iba a serle leal. “Seré honesto”, fue la contestación. Tres meses y medio después, el presidente de Estados Unidos despediría a Comey y le acusaría públicamente de ser un “fanfarrón”. Una destitución que ha abierto la mayor crisis del mandato y ha puesto en duda la disposición de Trump a que la investigación de la trama rusa llegue a buen puerto. Al conocerse la reunión, revelada anoche por The New York Yimes, el presidente lanzó por Twitter una amenaza velada contra el director del FBI: “Será mejor para Comey que no haya grabaciones de nuestras conversaciones antes de que empiece a filtrar a la prensa”. Al mismo tiempo, jugó con la idea de poner fin a las conferencias de prensa y limitarse a los comunicados escritos para evitar imprecisiones.

La conversación que ha desatado la furia de Trump muestra la presión que ejerció sobre uno de los cargos más respetados del sistema legal estadounidense. Un puesto, refrendado por el Senado y con un mandato de 10 años, al que se presupone una altísima autonomía.

En el caso de Comey, designado por Barack Obama, su trayectoria le avalaba como un independiente poco dado e incluso torpe con el juego político. Algo que reconoció el propio director del FBI durante la cena cuando comentó a Trump que él no era “fiable” en el sentido político y que solo podía ofrecer “lealtad honesta”.

Esta reconstrucción es bien distinta a la facilitada, el mismo día pero con menos detalles, por el presidente. En una entrevista a la cadena de televisión NBC, el presidente citó una cena con Comey en la que esté le inquirió por su continuidad. También recordó que él mismo, preocupado por la trama rusa, le preguntó al director del FBI: “¿Si fuese posible, me haría usted saber si estoy bajo investigación?”. A lo que Comey contestó: “Usted no está bajo investigación”.

Como ya es habitual en el presidente, durante la entrevista a NBC Trump hizo uso de la imprevisibilidad y no tuvo reparos en pulverizar las prolijas explicaciones dadas en días anteriores por él mismo y sus portavoces sobre el despido de Comey. Ante el pasmo de la Casa Blanca afirmó que tenía decidido despedir al director del FBI desde hacía tiempo y “más allá de toda recomendación”.

Hasta ahora, la versión oficial mantenía que la decisión se adoptó después de que el ayudante del fiscal general hubiese recomendado su destitución después de informar por escrito que en julio pasado el director del FBI había cometido un grave error al decidir por su cuenta cerrar el caso de los correos de Hillary Clinton. Este documento fue citado por el mismo Trump en su carta de despido.

Pocos lo creyeron. Transcurrido casi un año, se trataba de un episodio olvidado y sin transcendencia penal. La oposición y la mayoría de los medios han señalado que la defenestración se debió al intento del presidente de acabar con un personaje incómodo y poco flexible, empeñado en averiguar si el equipo del republicano se había coordinado durante las elecciones con el Kremlin para atacar a Clinton.

Una explicación que Trump rechaza tajantemente. Aunque no niega que fue el caso ruso lo que tuvo en su mente al fulminar a Comey. “Cuando decidí hacerlo, me dije a mí mismo que esta cosa rusa, este asunto entre Trump y Rusia, es una historia inventada, una excusa de los demócratas por haber perdido unas elecciones que deberían haber ganado”, afirmó el mandatario. Nuevamente, atacando cuando se ve rodeado.



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