Barcelona, 14 de Mayo del 2025.- La electrificación del transporte se ha convertido en el nuevo campo de batalla del sector energético . En abril de 2025, los vehículos enchufables alcanzaron una cuota histórica del 14,75% del mercado en España, impulsando el discurso oficial sobre sostenibilidad . Sin embargo, el auge de estos modelos plantea dudas profundas: ¿es esta transformación una vía real hacia la eficiencia energética o solo una estrategia industrial maquillada de verde? Las cifras entusiasman, pero los dilemas energéticos, sociales y territoriales siguen sin resolverse.
Las ventas de vehículos enchufables se han disparado en España, creciendo un 77,4% en abril respecto al mismo mes del año anterior. Esta explosión de demanda no solo afecta al mercado automovilístico, sino que plantea un desafío directo al sistema eléctrico nacional . Cargar millas de coches implica un consumo creciente y constante que, de no gestionarse adecuadamente, podría tensar la red de distribución en horarios pico y zonas urbanas densas.
Las eléctricas se ven ahora ante la necesidad de adaptar sus infraestructuras y garantizar una red suficientemente resiliente para absorber el aumento de consumo. Aunque el gobierno ha prometido más puntos de recarga y una planificación energética coherente, la ejecución avanza a un ritmo inferior al de las matriculaciones. Sin una distribución inteligente de los tiempos de carga o tarifas dinámicas que eviten la concentración horaria, el impacto puede ser desproporcionado.
Además, la fuente de la electricidad usada para cargar estos vehículos aún está lejos de ser 100% renovable . En muchas comunidades, los Los coches eléctricos podrían estar funcionando indirectamente con energía proveniente del gas natural o incluso del carbón importado. Esta paradoja pone en tela de juicio la autenticidad de la etiqueta “cero emisiones” que muchas campañas publicitarias repiten sin matices, generando un debate creciente entre expertos en consumo de energía en el hogar .
El coche eléctrico se presenta como la panacea climática , pero su producción y funcionamiento generan nuevas dependencias. La necesidad de litio , cobalto y tierras raras para fabricar baterías está desplazando la presión ambiental y geopolítica desde los pozos de petróleo hacia las minas de África y América Latina. Esta transformación, lejos de eliminar la dependencia energética , simplemente la redirige hacia recursos escasos y concentrados.
España, sin reservas propias significativas, tendrá que competir en un mercado global inestable para alimentar su “nueva movilidad”. Esto supone riesgos de seguridad energética similares —o incluso mayores— a los actuales, con el añadido de una mayor huella ambiental derivada del transporte y procesamiento de materiales. La energía “verde” comienza a mostrar sus sombras cuando se analiza su trazabilidad completa .
Además, la gestión del fin de vida de las baterías plantea una amenaza ambiental seria:
Sureciclaje es costoso, poco eficiente y todavía incipiente a escala industrial.
El aumento de lademanda eléctricagenerada por esta movilidad “limpia” podría llevar areactivar centrales de gaso nucleares.
El suministro, especialmente en invierno, dependerá de másfuentes no renovables.
Así, el coche eléctrico corre el riesgo de convertirse en un símbolo de descarbonización superficial, sostenido por una cadena energética aún basada en combustibles fósiles y sujeta a elevadas. tarifas de luz .
El discurso institucional habla de democratizar el acceso a la electromovilidad , pero los datos apuntan a una concentración preocupante . La mayoría de los nuevos vehículos eléctricos se están vendiendo en grandes ciudades y entre segmentos de población con mayor poder adquisitivo . En cambio, las zonas rurales o de menor renta apenas participan de esta transformación, quedando relegadas a modelos térmicos más contaminantes y menos subvencionados.
El coste energético de recargar un vehículo también varía según:
Lazona geográfica
El contrato de suministro
Las diferencias en el precio kWh y los horarios de consumo
Laausencia de puntos de recargaen pequeños municipios
Además, la inflación energética registrada en los últimos años ha reducido el margen de ahorro que prometía el coche eléctrico frente a los modelos de combustión.
Esta brecha energética amenaza con dividir aún más a la sociedad: unos pocos, conectados a comercializadoras de luz competitivas y sostenibles; otros, atrapados entre combustibles fósiles y electricidad cara . Si no se articulan políticas públicas que equilibran esta desigualdad —como tarifas sociales eléctricas aplicables a la recarga o inversión prioritaria en puntos rurales—, la transición ecológica corre el riesgo de convertirse en una nueva forma de exclusión energética , disfrazada de modernidad.
Fuente: papernest.es