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Fantasmas con IA: el consumo energético de vivir para siempre

Publicado el 14/05/25

Barcelona, 14 de Mayo del 2025.- La inteligencia artificial no solo transforma nuestras vidas mientras estamos vivos, también empieza a redefinir qué ocurre con nuestra identidad digital tras la muerte. Sin embargo, mantener avatares póstumos activos no es gratis ni inofensivo: requiere almacenamiento masivo, servidores funcionando las 24 horas y un uso intensivo de energía . A medida que estos “ fantasmas digitales ” ganan terreno, también se disparan las preguntas sobre su huella de carbono .

La nueva vida digital tras la muerte también gasta luz

Los nuevos sistemas de IA permiten recrear voces, gestos y decisiones de personas fallecidas mediante avatares digitales capaces de interactuar en tiempo real. Basados en grabaciones, correos, redes sociales y metadatos de una vida entera, estos clones digitales ofrecen consuelo, consejos y presencia simbólica. Pero lo que parece un acto de memoria afectiva también implica un impacto energético notable.

Para mantener activos estos modelos, se necesitan infraestructuras tecnológicas que incluyan centros de datos que funcionen sin descanso. Cada interacción con un avatar requiere una consulta a servidores remotos , cálculos instantáneos y almacenamiento de nuevos datos generados. Es decir, estos “fantasmas” siguen consumiendo luz y gas incluso después de nuestra muerte.

Los modelos de lenguaje que dan vida a estos avatares están entrenados con millones de parámetros, lo que supone un gasto energético significativo durante su desarrollo. Posteriormente, su mantenimiento también implica un consumo constante. Según algunos cálculos, mantener un solo modelo conversacional en línea podría requerir decenas de kWh diarios si se incluye la infraestructura total. ¿Estamos preparados para asumir esta responsabilidad si no logramos? ¿ Reducir el consumo energético ?

Avatares eternos, servidores encendidos: la factura que nadie ve

Los fantasmas digitales plantean un dilema creciente: mantener viva artificialmente una identidad humana tiene un coste emocional, pero también energético. A diferencia de una tumba o un álbum de fotos, los avatares con IA necesitan energía constante para existir. Este tipo de duelo digital se convierte, en términos de sostenibilidad, en una extensión del consumo personal más allá de la vida.

Actualmente, los centros de datos ya suponen cerca del 1% del consumo eléctrico global, y se estima que para 2030 podrían duplicarse si el ritmo actual se mantiene. Si se popularizan los avatares póstumos, esta tendencia se acentuará. Cada ciudadano digital fallecido podría convertirse en un consumidor de energía perpetuo , alimentado por infraestructuras que siguen ejecutando simulaciones, guardando datos o enviando mensajes programados.

Además, el almacenamiento de millones de perfiles y sus interacciones post mortem con familiares y entornos laborales crea un nuevo tipo de pasivo energético . Sin una gestión responsable, podríamos terminar acumulando millones de réplicas digitales que:

  • Consumir recursos sin aportar valor

  • Sistemas de almacenamiento Saturan

  • Dificultan la asignación de energía a necesidades reales

En este contexto, la sostenibilidad digital se convierte en un nuevo frente de reflexión: ¿deberíamos establecer límites energéticos o temporales para estos fantasmas? ¿Quién decide cuándo “apagar” una vida digital?

Eficiencia post mortem: cómo regular la energía de los muertos digitales

El desarrollo de fantasmas con IA requiere algo más que avances técnicos: exige una regulación que contemple el uso responsable de recursos. En un mundo marcado por el cambio climático y la necesidad de reducir el consumo energético , permitir la existencia ilimitada de avatares post mortem sin control podría convertirse en un problema ambiental adicional.

Algunas voces en el sector tecnológico ya piden incorporar criterios de eficiencia energética en el diseño de avatares póstumos. Por ejemplo:

  • Establecerniveles de actividad mínimos

  • Activarmodos de bajo consumo

  • Definirfechas de vencimientopredeterminadas para liberar recursos

Otros proponen que cada ciudadano pueda establecer, en vida, su “ testamento energético ”, definiendo cómo y cuánto quiere que su avatar consuma.

Además, la sociedad deberá debatir qué valor real aportan estos fantasmas en comparación con su costo ambiental . ¿Justifica el consuelo emocional a los familiares el uso continuo de energía y datos durante años? ¿O deberíamos repensar la forma en que recordamos y honramos a los fallecidos de forma más sostenible?

A medida que la IA nos ofrece nuevos modos de vivir, también redefine cómo morimos y cómo consumimos después de morir. La inmortalidad digital ya es técnicamente posible. pero su impacto en el precio de la luz está aún en entredicho. La eternidad, en este caso, también tiene su tarifa de luz .

Fuente: papernest.es



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