Viernes, 6 de Junio del 2025 
Lima, 05 de Junio de 2025.- Aunque muchas personas consideran al vapeo una alternativa “menos dañina” frente al tabaco tradicional, la evidencia clínica y científica actual revela impactos significativos en la salud respiratoria y cardiovascular, incluso en personas jóvenes y sin antecedentes médicos.
Investigaciones presentadas ante la Sociedad Radiológica de América del Norte señalan que el vapeo, incluso sin nicotina, reduce la velocidad del flujo sanguíneo y la saturación de oxígeno, lo que puede predisponer a enfermedades cardiovasculares. Por su parte, el Journal of Oncology Research and Therapy alertó que combinar vapeo con cigarrillos tradicionales cuadruplica el riesgo de desarrollar cáncer de pulmón en comparación con fumar solamente.
Según el Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas (INEN), el vapor inhalado contiene sustancias cancerígenas como formaldehído y metales pesados. Estas toxinas generan inflamación, estrés oxidativo y daño celular en el sistema respiratorio y cardiovascular. Incluso quienes no vapean directamente pueden verse expuestos por el vapor exhalado.
“El vapeo puede dañar el epitelio pulmonar, inflamar las vías respiratorias y alterar las defensas naturales de los pulmones. También eleva la presión arterial y la frecuencia cardíaca, lo que contribuye al desarrollo de enfermedades vasculares como la aterosclerosis”, explica el Dr. Pedro García Mantilla, neumólogo de la Clínica Anglo Americana.
Entre los síntomas más comunes en usuarios frecuentes se encuentran tos crónica, dificultad para respirar y palpitaciones. También se han reportado afecciones más graves como bronquitis crónica, neumonía lipoidea y EVALI (lesión pulmonar asociada al vapeo), una condición aguda que puede requerir hospitalización inmediata.
Aunque se promocionan como una alternativa “más limpia”, los cigarrillos electrónicos contienen propilenglicol, glicerina vegetal y diversos aromatizantes que, al calentarse, liberan compuestos altamente tóxicos. Esto genera una falsa sensación de seguridad entre quienes los usan, especialmente los adolescentes.
“El mayor riesgo es precisamente creer que son inofensivos. Al igual que el cigarrillo, el humo de segunda mano por el vapeo tampoco es seguro debido a que el vapor emitido por la persona que lo inhala también contiene elementos peligrosos para la salud”, advierte el Dr. García Mantilla.
Cada vez se observa a más jóvenes con síntomas respiratorios o cardíacos directamente asociados al vapeo frecuente. En adolescentes, además, el impacto puede afectar el desarrollo cerebral y fomentar la adicción a la nicotina.
También se ha registrado un aumento de eventos cardíacos, como arritmias e infartos, en personas sin antecedentes clínicos. “La nicotina y los componentes del vapor alteran el funcionamiento eléctrico y vascular del corazón, generando efectos graves incluso en quienes no tienen factores de riesgo previos”, añade el especialista.
La popularidad del vapeo entre jóvenes ha crecido rápidamente gracias a la variedad de sabores, la fácil accesibilidad y la falta de regulación clara. No obstante, el vapor inhalado y exhalado también representa un riesgo para quienes rodean al usuario, lo que pone en duda su supuesta inocuidad social.
Organismos como la Organización Mundial de la Salud y sociedades médicas especializadas recomiendan evitar el uso de vapeadores, incluso como herramienta para dejar de fumar. Promueven en su lugar estrategias de cesación supervisadas, mayor regulación y campañas de prevención. “Vapear no es inofensivo. Cuanto antes se comienza, mayor es el riesgo”, concluye el Dr. García Mantilla.
