Sábado, 11 de Mayo del 2024
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Jesuitas chilenos reconocen 22 abusos cometidos por una de sus principales figuras

Publicado el 31/07/19

Tras una investigación de seis meses empujada por la denuncia de una víctima, los jesuitas de Chile informaron este martes que el influyente y reconocido sacerdote fallecido en 2010 Renato Poblete abusó durante casi medio siglo de 22 mujeres, entre las que se encuentran cuatro menores de edad al momento de los hechos. Sucedió entre 1968 y 2008 —dos años antes de su muerte, a los 85 años—, según la indagación encargada por la Compañía de Jesús a un abogado penalista externo a la congregación. “Esta investigación ha demostrado de manera contundente que Renato Poblete abusó de manera reiterada, grave y sistemática amparado en el poder que le otorgaba su condición de sacerdote y el dinero que manejó de manera personal y en el prestigio que alcanzó su labor apostólica”, sostuvo este martes el líder de la congregación, Cristian del Campo, sobre una de las figuras de mayor importancia de los jesuitas en el país sudamericano, donde gozó de una reputación transversal.

La congregación pidió perdón por lo que catalogó de “una dura verdad”. En los meses de investigación se entrevistaron a unas 100 personas y se realizaron diligencias complementarias, como análisis de documentos, recepción de testimonios vía correo electrónico y la inspección de determinados lugares. Del Campo informó que los antecedentes serán enviados a la Fiscalía, que desde abril indaga los abusos cometidos por el religioso. En paralelo, el informe, de más de 400 páginas, será remitido al general de la Compañía de Jesús en Roma, aunque no se le podrá abrir un juicio canónico a Poblete por haber fallecido ya.

De los 22 testimonios recogidos por el penalista Waldo Bown, 16 se refieren a abordajes sexuales inesperados y violentos, en los que el sacerdote intentó besar y tocar a la víctima. Dos mujeres mayores de edad llegaron a mantener una relación sexual abusiva estable en el tiempo con Poblete. Se pudieron constatar cuatro casos de abuso sexual contra menores de 18 años. La investigación, según los jesuitas, “consideró que todos los testimonios eran plausibles y creíbles y, en algunos casos, se pudo corroborar las denuncias con los testimonios de terceras personas u otro tipo de elementos externos que confirmaron los hechos”.

“Lo que más me hace sufrir es que él me obligó a abortar y no sólo una vez”, denunció en abril pasado la académica de Teología de la Universidad Católica Marcela Aranda, la víctima que denunció públicamente a Poblete y que empujó a los jesuitas a abrir una investigación. “Me llevaba donde otros hombres para que me violaran y me pegaran por turnos mientras él miraba”, indicó la mujer de 53 años, que fue abusada por el religioso entre los 19 y los 27. Fue Aranda la que entregó en 2018 su testimonio al obispo de Malta, Charles Scicluna, y el sacerdote español Jordi Bertomeu, enviados especiales del Papa Francisco para investigar los cientos de abusos en la Iglesia chilena.

“Las conductas de abusos de poder, de conciencia, sexual y otros delitos cometidos por Poblete se sostuvieron en una suerte de doble vida amparado en su imagen pública de persona de bien”, indicó este martes el provincial jesuita. “El abuso transversalmente lo organizó desde la posición del poder que le dio esa imagen, su enorme red de contactos y el poder económico que tuvo al manejar autónomamente importantes sumas de dinero durante muchos años”.

En 2015 se bautizó con el nombre de Poblete un importante parque de la zona poniente de Santiago de Chile, que fue renombrado este 2019 al conocerse las primeras denuncias de abusos sexuales en su contra. Cuando murió, el presidente Sebastián Piñera señaló que el religioso era, para él, “un santo”. Fue condecorado durante el primer mandato de Michelle Bachelet, que en 2009 le entregó el premio Bicentenario en La Moneda. Lideró el Hogar de Cristo por 18 años, entre 1982 y 2000, un reconocido y valorado movimiento por la justicia social chileno fundado por San Alberto Hurtado a mediados del siglo XX. Aprovechando que era uno de los rostros de mayor visibilidad de la Compañía de Jesús en Chile y su aparente honorabilidad, se aprovechó para cometer los abusos.

Según la congregación, el abogado Bown no acreditó la existencia de encubrimiento por parte de la orden, aunque reconoce que “existió un número significativo de personas, jesuitas y laicos, que tuvieron alguna información de comportamientos inadecuados del sacerdote”. Para la Compañía de Jesús, “en algunos casos hubo responsabilidad ética por no haber informado a sus superiores o no haber mostrado un mayor cuidado a las posibles víctimas”.



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