Domingo, 5 de Mayo del 2024
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Perspectivas. Alejandra: 20 años enamorando a extranjeros de Bogotá

Publicado el 09/05/22

Ya son 20 los años que Alejandra lleva enamorando a visitantes nacionales e internacionales de Bogotá. La conoce como la palma de su mano y ama cada una de las calles, barrios y callejuelas que le muestra a sus turistas, siempre bajo el lema de que la capital colombiana es un gusto adquirido que, una vez se deja conocer, no se podrá olvidar jamás.

“A mí siempre me fascinó hablar, siempre trabajé en el área de recreación, y cuando me enteré de que había una carrera en la que me pagarían por hablar, y por hablar de historia y de arquitectura, no lo pensé dos veces”, comenzó su relato a EL NUEVO SIGLO esta guía de turismo “más rola que un ajiaco” y quien asegura que el lugar que más ama de Bogotá es el centro.

“Mi familia toda es bogotana y todos los sábados de mi infancia fueron días de septimazo, día de ir a la Gilberto Alzate Avendaño o a la Fundación Rafael Pombo. Para mí el centro es mi niñez, mi juventud, mi vida está toda conectada con esta zona de Bogotá y es muy bonito verla a través de los ojos de un extranjero. Es como si la viera por primera vez”, añadió Alejandra.

Sus primeros pasos fueron como guía de ruta, cumpliendo el sueño típico de los rolos que anhelan conocer el mar, y tres años después comenzó con una agencia a traer turistas de América Latina, mientras trabajaba durante la noche en el Aeropuerto El Dorado, en el punto de información turística. Cuando decidió “sentar cabeza” y bajarle un par de revoluciones a su vida, se enfocó en la promoción de Bogotá y Cundinamarca para el exterior.

“Comenzamos a buscar a turistas de Uruguay, Argentina, Perú, Ecuador, México, República Dominicana y Venezuela que, en los albores del 2000, era uno de los países más pudientes y que más turismo nos representaban. Ahí comencé a manejar ese tipo de turismo (de recepción) y desde entonces no soy nada más: guía de turismo de la capital y de sus alrededores. ¡Ah, no te creas!: Bogotá es una belleza pero no se puede vender sin la región, jamás. Esta ciudad no se podría vender sin la primera maravilla turística de Colombia, por ejemplo, que es la catedral de sal de Zipaquirá. O desanclar a Bogotá de nuestra Leyenda de El Dorado, que es Guatavita… impensable”, precisa.

Por esa razón, y lo dice abiertamente, a Alejandra siempre le ha ido mejor con los destinos que a nivel internacional promociona el Instituto Distrital de Turismo, tales como la Ruta leyenda de El Dorado, historia y cultura, el turismo religioso y un segmento que se llama Bogotá desde varias ópticas, en donde se ha diversificado la oferta de una manera sin precedentes.

“En esas ópticas yo me he enfocado mucho en el avistamiento de aves en nuestros humedales y Cerros Orientales. En el 2002 el país aún tenía un problema de seguridad muy serio y el turista buscaba siempre lo mismo: el city tour por La Candelaria y Monserrate. Y si acaso el Museo del Oro. Ese era el común denominador. Con el paso de los años Bogotá se abrió a nuevos escenarios y hoy tenemos una oferta cultural excelente, en donde hay una cantidad de turistas que vienen para las ferias y eventos. Y hoy, además, la gente ya dejó el estereotipo de hacer el circuito histórico y Monserrate, y me preguntan si en mi recorrido está el Transmicable; me preguntan por el macro mural más grande que tiene Colombia y los llevo a Usaquén a ver La Mariposa. ¡Y la gente viene a ver aves en Bogotá!”, comentó.

“¡Vienen a hacer una conexión con la naturaleza! Yo sí creo que las dinámicas en el turismo han cambiado y que Bogotá ya no es solo una ciudad de negocios”, precisa Alejandra, quien tan solo en el mes de abril atendió a cinco grupos de 28 personas, sin contar a los individuales. “Por ahí 260 turistas. Solo en abril”.

Pero ¡Ojo! que Bogotá no es como Cartagena, que tiene sus temporadas de turismo muy marcadas de una época vacacional de sol y playa. “Bogotá tiene temporadas muy marcadas, por ejemplo, de ferias y eventos, pero en esta ciudad se mueve el turismo todo el año. Cuando se acabó la Semana Santa se acabaron los turistas costarricenses, dominicanos y puertorriqueños, pero el flujo no ha parado. Y no estamos en temporada vacacional”.

La pandemia y la soledad de los guías

Toda esta reflexión, amable y por lo demás generosa, hace que una inquietud se traduzca en una pregunta: ¿Y cómo hizo durante la pandemia alguien que literalmente vive única y exclusivamente del turismo?

“Esa pregunta es muy dura de responder. A mi esposo lo despidieron después de 12 años de trabajo en una misma entidad; entonces, ambos quedamos sin trabajo, fue difícil. Nos pusimos a vender productos comestibles, yo hacía algunos recorridos virtuales, postres para la venta… Ahí sí, puro trabajo en equipo en las buenas y en las malas. Y algunos turistas que yo había atendido tuvieron detalles muy especiales y me colaboraron económicamente porque sabían que el turismo estaba muerto”.

Agradece por su familia, por su esposo, y a sus dos hijos que, asegura, la salvaron emocionalmente, pero muchos colegas a su alrededor que no tienen familia entraron en una depresión muy fea y uno de ellos incluso se suicidó. “El impacto fue fuertísimo. Yo lo vi el miércoles de la semana que se dio el primer cierre y luego estaba muerto. Él vivía completamente solo. No tenía a nadie cerca”.

Afortunadamente, cuenta cómo la directora del IDT, Karol Fajardo, fue un apoyo muy grande para los guías, pues les permitió presentar una propuesta para fomentar la reactivación y crearon un proyecto denominado “Los personajes de La Candelaria”, en donde se representaban varios personajes icónicos del casco histórico de la capital.

“Presentamos el proyecto, el IDT nos patrocinó y fuimos 24 guías que pudimos trabajar por primera vez en meses. Eso fue hermoso: de bogotanos para bogotanos y aún con el temor de salir a la calle. Y hasta nos ganamos un premio internacional”, finalizó.

Fuente: El Nuevo Siglo.



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