Lunes, 29 de Abril del 2024
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¿Van a convertir la Plaza Botero en un nuevo Provenza?

Publicado el 25/02/24

Bogotá,25 de febrero del 2024.-Entre los restauranteros y empresarios del entretenimiento de Medellín hay desde hace rato un rumor que cada vez parece estar más cerca de convertirse en realidad y es que la Plaza Botero y los locales comerciales que la rodean son la próxima mina de oro del turismo.

Pero no porque el turismo en ese lugar sea nuevo sino porque los empresarios que convirtieron a Provenza en una de las calles “más cool” del mundo están dispuestos a invertir en él. Y no solo están dispuestos sino que ya empezaron. Otra muestra de que las obras del artista antioqueño se han valorizado bien después de su muerte.

El que es tal vez el lugar más icónico de la famosa cuadra de El Poblado se llama El Social, una tienda de esquina común y corriente donde ponían salsa, vendían aguardiente y un chicharrón sabroso. La transformación de esa tienda, que ahora tiene el tamaño de una cuadra, cuatro sedes en diferentes puntos de la ciudad, carta de almuerzos y de cocteles, es una buena muestra de los cambios que ha tenido (¿sufrido?) Medellín en los últimos años a raíz del crecimiento exponencial del turismo.

Pues bien, entre mediados y finales del próximo mes se abrirán las puertas de “El Social Maestro”, la nueva sede de la tienda en el primer piso del Museo de Antioquia. Un local amplio, esquinero, con vista privilegiada de las esculturas, donde habrá lugar para unas 150 personas y se venderán desayunos, almuerzos y cualquier cantidad de tragos y cocteles. “La idea es que cuando la gente quiera salir con los amigos no piense solamente en Laureles y en El Poblado o Envigado sino también en el centro”, dice Samuel Restrepo, uno de los socios y fundadores de El Social.

A Restrepo fue a quien se le ocurrió la idea de montar allí el local. Dice que al principio sus socios (12 amigos con los que estudió en el colegio San Ignacio) no le hicieron buena cara, pero que una vez vieron el local se convencieron de que la plaza de Botero era “un diamante que está sucio”. En principio alquilaron el local por cinco años, pero la idea, dice es quedarse ahí por mucho más tiempo. De ahí que no hayan escatimado en la remodelación del local, en el que dicen que aunque mantendrá la esencia de sus otras sedes, crearán un ambiente acorde al ambiente de un museo. “Por supuesto pondremos salsa, que es lo que nos caracteriza, pero la idea es que la gente venga a escuchar jazz, o son cubano u otros ritmos más bohemios”, dice Samuel.

Y es que dicen que están inspirados en el Café Tortoni, fundado hace casi dos siglos en Buenos Aires, Argentina, y ubicado en la Avenida de Mayo, la principal de la ciudad. En ese café muchas veces se sentaron, entre otros, Borges y Gardel, y de ahí la fama que lo convirtió es un sitio turístico de esos que suelen aborrecer los intelectuales.

Aunque falta un mes para la inauguración, El Social Maestro ya tiene 6.000 seguidores en su cuenta de Instagram y ha creado una campaña de expectativa al rededor de una frase icónica del maestro Botero: “Que mi alma vaya a la tienda donde vendan aguardiente”.

Pero no solo los clientes están esperando que la tienda abra sus puertas sino el resto de los comerciantes de El Poblado que quieren irse detrás. Y es que a pesar de que invertir en una zona donde los problemas de inseguridad, informalidad, habitantes de calle y explotación sexual no han dejado de crecer en años parece bastante arriesgado, ir detrás de El Social es tener algún seguro.

Además, no es solo El Social. Juanita Cobollo, la directora de la Corporación Provenza desde hace nueve años y la líder de los comerciantes de ese sector, ya montó una sucursal de Tasca, su restaurante de cocina española, en el antiguo edificio del Correo de Avianca, entre la iglesia de la Veracruz y el Museo de Antioquia, con los mismos platos y los mismos precios de El Poblado. Se fue con sus socios y amigos que también montaron Taco, un restaurante mexicano y Bambam, de hamburguesa. Los tres comparten el mismo local, un pasillo de unos 120 metros cuadrados que atraviesa de un lado a otro el primer piso del edificio. Al pasillo le pusieron el nombre de “La callecita en Botero”.

Fuente:El Colombiano



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