La segunda semana de protestas en Turquía estalló ayer, en Estambul, con la primera víctima mortal de la que sería la revolución más intensa y multitudinaria de los últimos años: Mehmet Ayvatas un joven de 19 años, fue alcanzado por un vehículo particular mientras intentaba poner una barricada para cortar el tráfico en una autovía del barrio de Ümraniye.

En otras ciudades la situación también fue caótica: mientras algunas calles de la capital turca fueron bloqueadas por las barricadas levantadas por los manifestantes, la carretera principal desde la localidad de Eskisehir a Ankara estaba sin paso por estudiantes de dos universidades que tienen sus campus fuera de la ciudad.

Las fuerzas antidisturbios turcas emplearon gases lacrimógenos contra cientos de manifestantes que trataban de reunirse en la céntrica plaza Kizilay de Ankara. Según el portal digital Sendika, la policía habría empleado pelotas de goma para tratar de dispersar a los manifestantes.

Más de 750 personas eran detenidas ayer en los enfrentamientos con la policía durante las protestas, mientras el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, restaba importancia nuevamente a las manifestaciones contra su gobierno, calificándolas de acciones organizadas por extremistas, y rechazó toda comparación con los levantamientos de la llamada Primavera Árabe.

El primer ministro acusó al opositor Partido Republicano del Pueblo de instigar a las protestas por haber perdido las últimas elecciones, y de que “siempre ha estado en contacto con extremistas”.