En sus calles hay grasa de carros y sangre de drogadictos y vÃctimas de los sicarios. Los protagonistas de estas historias llevan vidas tan azarosas como los condenados de los relatos apocalÃpticos.
El mundo -para la mayorÃa de los habitantes de Barrio Triste- se acabó el mismo dÃa en que pusieron un pie en sus dominios. En sus calles hay grasa de carros y sangre de drogadictos y vÃctimas de los sicarios. Los protagonistas de estas historias llevan vidas tan azarosas como los condenados de los peores relatos apocalÃpticos.
Desde arriba, el barrio parece una mancha de grasa quemada, una parcela de neumáticos y camiones, un punto negro en MedellÃn. Cuando lo caminas te das cuenta de que la parcela está inundada de emboladores sin camisa, vigilantes sin bolillo, bebés sin cuna, prostitutas desdentadas, mecánicos, jÃbaros, campaneros, sicarios, viejas lavanderas y chatarreros compradores de bazuco. Barrio Triste, a dos cuadras de la AlcaldÃa de MedellÃn, es la trastienda de la ciudad donde lo fácil es caer en el infierno.
Fotografias: Juan Arredondo