Con actores naturales, Paola, vendedora de minutos en San Antonio; Leidy, ventera de tintos en la Minorista, y los Auténticos Parranderos que interpretan música popular en el Parque BerrÃo, se lanzó la noche del jueves el libro Los Parques de MedellÃn y su Centro, obra de la SecretarÃa de Cultura y el periódico Universo Centro.
En el acto, estos personajes atendieron a los asistentes, mientras los autores del libro narraron anécdotas de la escritura del texto y de las fotos tomadas para la publicación en los parques San Antonio, Boston, BolÃvar, BerrÃo, San Ignacio, Cisneros y de Las Esculturas.
La periodista Ana MarÃa Bedoya indicó que en el Parque BerrÃo “la guachafita comienza a las 8:00 a.m. con cantantes de todos los géneros. De 9:00 a 10:00 de la noche termina con los borrachos que bailan alrededor de la estatua de Pedro Justo BerrÃo.
“En cinco meses que tomé las fotos no vi asaltos, pero cuando terminaba el trabajo le pregunté a un joven que conocà allÃ, el porqué decÃan que atracaban y me contestó: no se preocupe, soy uno de los que roba”, señaló.
Asà entendió las reglas del lugar. “Unas señoras ofrecen bolsas a la salida del Flamingo y cuando una vende una de $1.000, tiene que darle turno a la otra.
El periodista Fernando Mora encontró coincidencias en estos parques como las palomas, los lustrabotas y vendedores de tintos y, algo curioso, en el Parque BolÃvar: un grupo endémico de pericos que habita en los copos los árboles y palmeras.
Jairo Osorio se crió en el viejo Guayaquil al que llegó con su padre, un liberal de Caramanta, desplazado por la violencia de los años 50 y quien montó en el Pasaje Sucre el bar El Buen Tinto. Dijo que le dolió que un alcalde tumbara ese pasaje, ubicado en la Plaza del Pedrero y “muchas personas desearÃamos tenerlo como referente histórico de la ciudad. HabÃa un proyecto de una ciudadela del arte, pero terminó demolido”.
Juan Fernando Ospina, fotógrafo de Universo Centro, confesó que al empezar su trabajo en estos parques, la PolicÃa le manifestó que si no tomaba medidas de seguridad lo atracarÃan. “Como no podÃa esconder la cámara me hice conocer de quienes frecuentan esos parques, incluso de los pillos, y tras cinco meses que duró hacer el libro no me la creÃa haber llegado “virgen” al final”, comentó.
Elcolombiano.