El premio a la superación, a la constancia y a la dedicación fue el que recibió ayer Rafael Nadal en Roland Garros, certamen en el que demostró una vez más que es el rey de la tierra batida. Las lágrimas del español, que cayeron en la arena de la pista Philippe Chatrier, no han sido en vano: antes lloraba de dolor, ahora de felicidad.
Cuatro años después de hacerse profesional, exactamente en 2005, el tenista español, oriundo de la isla de Mallorca, comenzó a escribir una historia que hoy lo tiene entre los grandes del deporte blanco mundial.
Desde aquella época, Nadal no ha dejado de ganar tÃtulos de Grand Slam, y ayer logró el 14 en su palmarés tras vencer en la cita parisina a su rival en los últimos tiempos, el serbio Novak Djokovic (3-6, 7-5, 6-2 y 6-4).
Pero sus triunfos cobran mayor relevancia porque no solo se ha esforzado para vencer a los mejores, sino también sus problemas fÃsicos, esos que en repetidas ocasiones lo han alejado de los grandes torneos.
La gravedad de sus lesiones no han mermado su fuerza mental; al contrario, lleno de paciencia y compromiso se ha fortalecido para llegar mejor preparado a cada competencia, en las que se habla más de qué lesión lo puede “eliminar” antes que otro jugador.
Fisura en el codo derecho, fisura de escafoides e inflamación en el pie izquierdo, tendinitis del tendón cuadricipital de ambas rodillas y problemas en la espalda son, por mencionar algunas, las lesiones que ha sufrido el jugador de 28 años.
Pero en ParÃs, donde hizo olvidar sus problemas fÃsicos, el tenista mallorquÃn se mostró inmenso en la cancha, en la que terminó tendido de rodillas después de un esfuerzo sobre humano de tres horas y 31 minutos de juego.
Todo un caballero
Cuando terminó el partido, Rafael Nadal, como todo un caballero, fue y le dio la mano a su duro rival en la final de Roland Garros. Luego, en medio de elogios y aplausos, subió a la tribuna a buscar a su tÃo y entrenador Toni Nadal, a quien después de abrazar se le acercó al oÃdo a decirle en voz baja algunas palabras.
Hablar en secreto parecÃa absurdo al saber que todo el mundo fue testigo de la nueva hazaña que acababa de lograr.
El español, que con un set en contra remontó y consiguió salir campeón, llegó a la cifra histórica de nueve tÃtulos de Roland Garros, cinco de manera consecutiva, y de paso protegió su primer lugar en el escalafón mundial de tenis, pues si caÃa ayer en la tierra parisina, su lugar predilecto, perdÃa también el escalón del ranquin ante el serbio.
Lo que no ocultó el español, después de triunfar, fueron sus lágrimas de felicidad, como también su reconocimiento al serbio, este último que respiraba para contener su llanto, a pesar que sus ojos se lograron encharcar.
“Tranquilo Djokovic, sé que algún dÃa ganarás aquÔ, le dijo el español al número dos del mundo mientras la multitud aplaudÃa.
Informacion Elcolombiano.com