El Team Movistar sabía de la enfermedad de Nairo Quintana, pero confiaba en su recuperación. Sin embargo, ¿hasta cuándo?

Y todo se vino a saber ayer, cuando se vio a un Nairo impotente en su terreno. Sus piernas no le respondieron sobre el final y eso le significó perder minutos preciosos en su lucha por estar en el podio de la vuelta ibérica. “Anoche (martes) lo pasé mal, tuve bastante fiebre y una descompensación. Afortunadamente libré el día para seguir en la Vuelta”, afirmó el colombiano al término de la etapa once, que dejó a un nuevo líder, el italiano Fabio Aru.

El mundo del ciclismo esperaba ayer con mucha expectativa la etapa reina de la Vuelta, porque llegaba el terreno para conocer los que iban a quedar con posibilidad de título y en especial por la respuesta que pudiera dar Nairo.

Pero su debilidad quedó en evidencia en la subida final a Cortals d’Encamp, en la cual cedió más de cuatro minutos y ahora es noveno a 3.07 del líder Aru.

Incluso el colombiano valoró ayer bajarse durante la exigente jornada en Andorra. “Todos somos seres humanos, me ha dado una fiebre inesperada. De hecho he pensado un par de veces retirarme en la etapa pero pensé que no podía abandonar a mi equipo y eso me permitió haber llegado por lo menos”, aseveró.

Con bastante mala cara y debilitado, con dos kilos menos, Nairo confirmó que “toda la etapa he sufrido mucho, tratando de seguir ahí, de ayudar… pero no he podido apoyar. Aún seguimos en carrera, espero recuperarme y ayudar al equipo a seguir luchando”.

La “infernal” etapa reina de la Vuelta en territorio andorrano se convirtió en un paraíso azul para el Astana con una exhibición que condujo a un doblete: la etapa para el español Mikel Landa y el maillot rojo para el italiano Fabio Aru.

Aru, segundo en el Giro pasado delante de Landa, se ganó por derecho propio la consideración de nuevo favorito número 1. Fue el más fuerte entre los grandes, el más ambicioso, y el más listo. Vio su momento a 7,8 km de meta, donde avistó caras de sufrimiento en sus rivales y su ataque estalló como una auténtica bomba.

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