“¿Qué estará comiendo mi niña? ¿Estará durmiendo? ¿Le habrán hecho algo?”. Esas preguntas eran lo único en lo que pensaba Paola Gómez, mientras era ella la que no comía y no dormía, porque no sabía nada de su hija hacía días.
La niña, de 12 años, salió el 22 de abril con una amiga de 13 años y no volvió. Reapareció el 3 de mayo, por su propia voluntad. Fueron 12 días de ausencia en los que iba del ‘Bronx’ a la casa de la amiga: “No me gustó esa vida, pobrecitos los que se quedan”.
Su compañera la convenció de que su mamá no la quería y por eso accedió a ir al ‘Bronx’ a una fiesta, según cuenta. Cuando entró la primera vez en esos 12 días a uno de esos sitios sintió miedo “porque era muy feo”. Apenas ingresó, vio las drogas, los adictos que deambulaban de un lado al otro como poseídos.
En entrevista con Citynoticias, la pequeña reconoció que “la fiesta es chévere pero mala, porque uno no sabe lo que le va a pasar”. Eso sí, miró con ojos de niña que llega a la adolescencia: “hay muchos muchachos lindos”.
Pero ahora que está en casa con su mamá, dice que nunca lo volvería a hacer. “No es una vida para un niño. No todos mis compañeros van, pero la que me llevó se quedó. Ella no intenta, no quiere salir. Ella consume. Le dije que se viniera para mi casa pero no me hizo caso”.
Durante esas casi dos semanas, su mamá persistió en la búsqueda. “Me dijeron que ella estaba internada en la ‘L’ y fui a buscarla con mi esposo. No nos dejaron entrar, y si entrábamos nos sacaban porque no consumíamos”.
No todos los menores de edad que entran al ‘Bronx’ lo hacen engañados. Para Jairo Rodríguez, rector del colegio Agustín Nieto, es un problema de fondo que debe ser atacado desde varios frentes. “Si la Policía, Secretaría de Integración, Movilidad, Bienestar Familiar, Comisaría de Familia y el sector educativo no unimos esfuerzos para garantizar un entorno seguro, será difícil sacar adelante a estos chicos”, asegura.
Tiene razones para exigirlo: lleva 36 años en el sector educativo y cuatro como rector de este colegio, rodeado de líos: La Favorita, la ‘L del Bronx’ y ‘5 huecos’ son esos vecinos que nunca acaban la fiesta, se dedican a la prostitución y consumen drogas y licor.
En el caso del colegio Agustín Nieto, el problema es parte del entorno. Según el rector, el 48 % de sus estudiantes viven en alguno de estos lugares. “Tenemos hijos de habitantes de calle, de trabajadoras sexuales, de comerciantes. Los tenemos en jornada única, pero salen a las 3:30 de la tarde y muchos no tienen a dónde llegar. Tienen mucho tiempo libre y ahí es que los invitan a esas minitecas. Dicen que los invitan gratis y después les cobran”.
Esto, además genera deserción. Según Rodríguez, de 1.050 alumnos a veces llegan solo 800 “el resto no va porque los papás no se responsabilizan”.
El teniente coronel Lácides Ramos, jefe de la Seccional de Protección de Bogotá, dijo que la recomendación para las familias es “que los papás se hagan amigos de sus hijos y los supervisen, sepan de sus actividades y de la interacción con otros adolescentes”.
Este año les han restablecido derechos de 540 menores que han hallado en tres ‘chiquitecas’: dos en Fontibón, una con 300 y otra con 150 adolescentes, y una el lunes pasado en Restrepo (Antonio Nariño), con 90.
El coronel reconoce que la forma de difusión de estos eventos, redes sociales y voz a voz, hace que sean más difíciles de detectar. Sin embargo, la seccional de Infancia y Adolescencia de la Policía ha detectado a tiempo la planeación de ‘chiquitecas’ en redes sociales y ha recibido la ayuda de la comunidad y de los mismos adolescentes.